Una charla con Roby Magall
Nacido en Milán, Roby Magall pasó su infancia en un pequeño pueblo a la orilla del río Adda, donde se encuentraba la casa de sus abuelos. Su primera exposición fue organizada en el Castello di Brivio (Lecco, Italia, foto abajo), con una exposición individual titulada "Orígenes: Remoto y Futuro". A partir de aquí comenzó su aventura artística, que continúa después de más de 40 años.
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"Todo comenzó en 1975, cuando una una tarde Milanés, a principios de verano, un buen amigo me invitó a asistir a una exposición de pintura. El artista procedía del norte de Europa y era un Veterano de la guerra entre Finlandia y Rusia. Estaba tan tocadoy molesto por los hechos vividos durante de la guerra, que le recetaron fuertes medicinas con el fin de recuperar su equilibrio mental, pero cuyos efectos secundarios fueron alucinógenos. Había llegado a plasmar un material muy extraño y al parecer retorcido algo que tocaba los sentidos. Pues, para mí fue amor a primera vista, tanto con el autor como con sus obras.
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Sin saber que a partir de ese momento mi vida cambiaría, a los pocos días comencé a "trastear" con ese mismo material, tan difícil de trabajar, y tan afrodisíaco cuando lograbas domarlo y ver por fin la obra terminada.
Desde entonces no he podido parar, aunque durante bastante tiempo tuve que dejar mi arte de lado. Una de las cosas que más me gustaba hacer pero de aquella epoca, mi prioridad era mantener un trabajo para sobrevivir yo y mi familia.
Completamente autodidacta, comencé la aventura y enseguida me sintonicé con ese extraño elemento que es la espuma de poliestireno, un material dificilísimo de trabajar que siempre está en movimiento. Me encanta combinarlo con varios tipos de pegamentos y siliconas, acariciarlo con la llama y llenarlo de colores, en algunos casos hasta de forma agresiva. Las obras resultantes tienen efectos cromáticos inimaginables, y cuando llego a exteriorizar perfectamente lo que tengo en mi mente, no existe nada más allá para mí.
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Lo más satisfactorio es que no hay opción de copiar la obra, cada una es única, y no se me permite equivocarme nunca: el material no me perdona.
Después de muchos años de satisfacciones, exposiciones y concursos e incluso algunas decepciones, aún hoy, cuando comienzo una obra siempre parece la primera vez: hay la misma ilusión y fervor de siempre, hasta que la termino, y mi alma se llena de alegría cuando un visitante aprecia mis pinturas".
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Castillo de Brivio, Lecco, Italia